Hace tiempo conocimos con el pecho entero a “
Había una vez un hombre de voluntad fuerte, corazón grande, brazos largos como alas, piernas delgadas como spaghetti. Cuando caminaba parecía baliar, en su rostro siempre había una sonrisa, le encantaba cantar, su voz era alegre y tenía el don de calmar.
tristeza.
En sus dedos había brillantitos que cuando tocabas se volvían esperanza, ¡si, todos querían tocarlo! en su grande corazón vivían los niños sin casa, los que no tenían esperanza, los cansados, y los adictos a los sueños, ahí estaba yo.
Un día se cansó y su rostro ya no tenía la sonrisa, ahora tenía pozos negros bajo sus ojos, en su corazón había vacantes muchos huyeron, las alas se empezaban a desplumar, en sus dedos solo quedaba un brillantito, fue entonces que decidió sacar su corazón, lo limpió y lo tocó con su ultimo dedo mágico para después ponerlo en su lugar y decidirse a descansar.
Desde ese día cada verano él cura sus heridas, doma sus demonios, peina sus alas, dobla sus piernas de spaghetti para sentarse a descansar.
Beatríz Arredondo Galaviz.
Un día se cansó y su rostro ya no tenía la sonrisa, ahora tenía pozos negros bajo sus ojos, en su corazón había vacantes muchos huyeron, las alas se empezaban a desplumar, en sus dedos solo quedaba un brillantito, fue entonces que decidió sacar su corazón, lo limpió y lo tocó con su ultimo dedo mágico para después ponerlo en su lugar y decidirse a descansar.
Desde ese día cada verano él cura sus heridas, doma sus demonios, peina sus alas, dobla sus piernas de spaghetti para sentarse a descansar.
Beatríz Arredondo Galaviz.
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